martes, 14 de julio de 2009



La piel cuajada y reseca. Las manos frías y toscas.
Un mar de dudas entre las sombras de su cuarto y ella.
Dosificando las gotitas para no curarse demasiado.
Por la ventana la miraban dos ojos oscuros.

En la cabeza tenía dos pájaros de garras negras y plumas azules.
Guardaba un diario en la mesa de noche, un diario del 96.
Papeles en los bolsillos y besos de mujeres en muchas partes.
Humo en los tacones, cigarrillos de Palermo.
Las paredes albergaban el frío de las noches interminables.
La cama se le hacía inmensa, la piel le vibraba en una sutil agonía.

Apuntada por varias enfermedades, Triana esperó el amanecer.




¿Dónde estás, que me dejaste gris el alma de tanto esperarte?


¿Qué hiciste con mis tardes amarillas, mis colores y mi vida?


¿Dónde me llevaste, dónde me dejaste?


¿Dónde estás?




Triana, tu maldad...

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