domingo, 12 de julio de 2009





Iglesias, monasterios, templos, mezquitas, cada lugar para una programación distinta de personas.

Cada color, cada significación, tratando de entrar en el enriedo de la maraña de la mente.

Para por fin entender lo mismo.

Nada.

No hay formas, no hay libros, no hay nada.

Sólo un cuerpo que siente y una mente que habla y habla.

Hay autos que te dicen cómo ir, hay buses que te acercan, hay amigos que te recogen cuando llegás... pero a dónde?

Si siempre es el mismo sitio, el mismo sol con las mismas nubes y truenos que te pegan sustos sorpresivos. Si siempre es el mismo amor, y no hablo de amores ni amantes, hablo de la misma sutil forma que te acaricia el corazón cuando está abatido y cansado. Siempre el mismo espejo que refleja los mismos ojos.

Dónde llegué si el camino sigue siendo el mismo?

Trámites de cientos de dólares, señales de alerta, solicitudes para completar. Múltiples preguntas para catalogarte, para entrar en un sistema cuasi perfecto. Terciario incompleto. Dedicación?

Sexo? escaso por cierto.

Aburrida de ponerle nombre a las cosas para cada vez hacer más compleja la llegada al mismo sitio. Y para facilitarnos la vida van inventando más y más cosas que nos ayudan. El paraguas para no mojarse, el teléfono e internet, ¿para acercarnos?, los bares para emborracharse, los trabajos de 15 horas para mantener a la familia... ¿qué familia?

Y un día te levantás y te das cuenta que el paraguas no te hace verdadera falta y el teléfono tampoco, ni el auto, ni tus títulos de súper profesional, porque estás desnuda, parada frente al mismo espejo, con los mismos ojos tristes, con el mismo corazón aplastado por la angustia, callado por el miedo a rebalsarse de tantas emociones a las que fuiste bajándole la voz para no hacer ruido...

Nada.

No hay nada.

Sólo agua en nuestras venas y un fuego que nos bombea la vida.

Nada.

Somos nosotros rodeados de formas, de convenciones, de amabilidades y de guachadas.

A veces más paranoicos.

A veces nos olvidamos quién o por qué somos, hablamos, caminamos, nos movemos, y buscamos respuestas. Alguien que nos explique por favor, que tengo que completar el formulario del pasaporte y olvidé mi nombre.

Palabras que me tranquilicen, y así, más segura pueda volver a creer en mi.

...

en mi qué?


No hay comentarios: