lunes, 13 de julio de 2009




Había una vez, un bosque en una estrella.

Una vez esa estrella fue de René. René era un hombre que fue mi padre una vez. Tenía ojos azules como los míos y una vez desapareció y se fue a esa estrella con un bosque verde.

Una vez se encontró con un espíritu, no lo podía ver bien porque una vez cada tanto se hacía medio invisible, pero igual le enseñó muchas cosas. Una vez ese señor lo llevó al centro de la estrella, y le dijo que mire hacia abajo. Esa vez la estrella se abrió y vieron que había gente que les estaba cantando y danzando. Fue una vez, pero fue una vez hermosa.


René estubo una vez sintiendo el aire, de pronto estornudó, y se hizo viento.

Una vez René se acercó a un río empujado por la sed, y cuando se miró en el reflejo, vio que él era agua. René se asombró y se calló al río.

Una vez René se enamoró de una mujer que vendía brillos, y se dio cuenta que la mujer era muy brillante, y de tan brillante que era, se brilló todo. René quedó brillando esa vez.

Una vez René salió al patio de su casa y miró el cielo, y se dio cuenta que su piel era celeste y su cuerpo era invisible.

Una vez, René vio cómo talaban un árbol en su bosque. Esa vez, a René le salieron unas manchas en la piel.


Una vez René se puso contento de ser René.
Una vez, de pura casualidad, yo le canté a esa estrella.

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