domingo, 2 de mayo de 2010






Y ahora me atrevo a nombrarte.
El eco resuena en el viento,
se acopla tu nombre en el universo,
rebota en cada estrella
y llega vacío a mis oídos atentos.
Pronuncio lejana en el tiempo,
otra yo que cristalizó su aliento.
Pedacitos de flechas desmembrados,
atravesando de norte a sur mi cuerpo.
Y él que nada dice.
Y él que siempre otorga.
Su silencio llena el espacio oxidado,
letargo gris de domingo manchado.
Recojo mis cosas y me voy,
aunque llueva, aunque duela.
Truena la ilusión,
se disuelve en un charco
de agua marrón.
Observo el aire,
una voz atravesó la noche.
Como bala, como pluma.
Llena de viento,
sonó cargada de aliento,
colores magnéticos chillaron de lejos.
Se quebró el tiempo,
garganta de hombre,
en cualquier año,
de cualquier momento.
Garganta de cobre,
pronunciaste mi nombre...