lunes, 17 de agosto de 2009


Puertas cerradas,
sueños estériles.
Palabras que te lastiman, que te gritan, que te rasgan,
retumbando en una cabeza adolorida.
Girones de piel perdidos por la calle.
El destino enredado en tus medias rotas.
Glamour que chorrea grasa.
El encaje agujereado.
El platinado de la cabeza desgastado.
Maquillaje corrido, lágrimas de rimmel recorriendo tus mejillas.
Te chupa, te consume, te jala desde adentro
la más cruda tristeza.
La más inocente verdad que corroe,
que recorta, que destruye los huesos carcomidos por el tiempo.
Lujuria, pereza, gula... atacada por todos los pecados y más.
Perlas en tu cabeza, en tu cuello y en tus muñecas,
para ocultar la mugre, la suciedad alojada en la piel reseca.
Quebrada, temblando, tirada en la vereda.
Un hilo de sangre gotea por entre tus piernas flacas.
No es un mal sueño, Elena.
Fue una mala elección...