lunes, 28 de septiembre de 2009




Llegué a trabajar a las 6.30 de la mañana, llegué media hora tarde pero al primero que me dijera algo le iba a escupir la cantidad de cosas que tenía para decir. El día anterior trabajamos hasta la 10 y media de la noche, casi 16 horas, y no nos respetaron ni las 9 horas de sueño. Lo que hacían con nosotros no sólo era ilegal, que al fin de cuentas es lo menos grave... el problema está en que no tienen noción del respeto por la vida del otro. Se pasa por encima de la familia, de la intimidad, del descanso merecido por todo ser humano, no existen los derechos humanos en ciertos trabajos. Y no es culpa de los jefes, de los supremos productores, es culpa del trabajador, que tampoco respeta su cuerpo, su mente, su tranquilidad, su tiempo y espacio. Pone la vida al servicio del de arriba, pasando por encima de todo. Por un sueldo mediocre, transmitiendo información mediocre, vacía. Por nada. Es que está instalada la filosofía del miedo. Imponen el temor por la falta de trabajo, pánico a ser un eslabón suelto de la cadena estructural del sistema socioeconómico eficaz de este mundo. Cómo se hace para vivir sin un sueldo todos los meses? Cómo se hace si no tengo a quién obedecer órdenes? Una filosofía de sometimiento, y, claro está, de sometidos. Una forma de vida en la que no caben sueños, vidas bonitas haciendo lo que se quiere, tiempo para disfrutar de lo que se tiene... Esa necesidad de repetir un patrón instaurado en la colonización. Ahí se notaba bien quién era quién... pero, ahora? Es más confuso, pero todos mantenemos uno de los dos lugares. En algún momento de la historia nos cambiaron el chip y no nos dimos cuenta...
Y aún no acontecía lo peor...
Al rededor de las 7 y media llega el director de fotografía. Él había estado el día anterior en la otra unidad y no fue de los que trasnochó. En cambio, la que escribe... si.
Yo tenía la vista borrosa y estaba medio lela, un poco por el sueño, otro por el cansancio físico, pero yo creo que tenía una nube de bronca al rededor mío.
Por mi lentitud me pregunta... " I , Qué te pasa? Tomaste ayer? Estás borracha? "
En un dibujito animado, el protagonista se pondría rojo de la furia y le saldría hasta humo por las orejas.... no estuve lejos.
-No, el problema es que ayer trabajamos hasta las 10 y media de la noche y hoy, nos tocó levantarnos para llegar a trabajar a las 6 de la mañana... yo creo q ése es el problema...
No veía el momento de salirme de ese sistema contaminado por todas partes. Sentía que todo estaba impregnado de esa forma de pensar en la que de todas formas, uno siempre salía siendo menos. Un verticalismo hiriente, que devasta emociones, ilusiones, sonrisas...
Estaba mal, sentía que realmente el último lugar en el que quería estar era ese... Me sentía parte de esa estructura, y lo peor de todo, que yo la había elegido. Que la desesperación de estar sin trabajo me había ganado. Que el aceptar pronto porque no hay otra cosa había sido más fuerte. Dejé de confiar y las vueltas de la vida que por suerte, no siempre son largas, me enseñaron de un golpe. Hay que dejar de elegir por miedo, hay que sacarse todos los miedos del cuerpo. Hay que estar bien despiertos para encontrar dónde está ese miedo, y una vez que lo encontramos, si somos lo suficientemente inteligentes para comprender que el miedo es de la cabeza, que el miedo está lleno de patrones sociales, de estructuras, de limitaciones culturales impresas en nosotros, podremos dejar de hacerle caso a la cabeza, (otra pendeja) y escuchar nuestro corazón.
Ay, me había dado cuenta de todo eso un sábado, por la mañana y aún me quedaba todo un día de trabajo. Y tres más la semana siguiente... ¿Cómo hacía?
Sentía que no daba más, sentía que tenía mucho cansancio, que tenía mucha bronca, sentía el pecho como presionado... En ese momento me dí cuenta que necesitaba ayuda. Y la pedí.
Por favor por favor, ayudame a seguir. Ayudame a que estos últimos días que me quedan puedan ser agradables, que pueda disfrutar y dejar de padecer toda esta explotación... Ayudame...

Me aburrí y subí al cuarto de vestuario. Estaba embolada, como en un estado de shock emocional y todo... Les conté lo que me había dicho el director de fotografía y quedaron indignadas también.
-Ay I, qué horror! tomate una cerveza y listo.
-Sí, qué bueno no? pero hasta la noche....
Entonces una de ellas se paró, abrió la puerta de un pequeño armario para que yo descubra el tesoro que tenían escondido... Una Costeña en lata, helada, con gotitas de sudor en su superficie... de un color metálico precioso...
-Tome m´hija tome, que nosotras tenemos más ahí atrás.
Cerré los ojos y agradecí.
Esa cerveza me regularizó el ritmo cardíaco, sacó mi nube de los ojos, me destensó los hombros y la espalda, me puso una sonrisa de complicidad por mis deseos cumplidos en mi rostro y me devolvió contenta, lista para ser libre en unos días....

Cerveza, pura medicina!!!

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