martes, 15 de septiembre de 2009


La ciudad se apagó de golpe.
Siete flechas me señalaron el camino.
Una luna roja nació en el cielo y me iluminó la cara.
Necesitaba encontrar a la sacerdotiza...
Me sumergí en lo oscuro para que me cuente cómo era, para que me ayude a recordar. Navegar en un río negro através de las venas, para llegar al inicio. Para encontrar la esencia mia en la esencia de ella. En mi centro.
Profundo y denso.
Sacar a la luz los miedos moviliza el río y se desestancan las aguas. Las piedras preciosas que se fueron hundiendo con el tiempo emergen a la superficie. Movimiento lento, aunque duela, aunque cueste, movimiento para seguir vivos y dejar de sobrevivirnos.
No es tan difícil decir basta y dar un paso al costado. Desentendernos de lo que no nos pertenece. Bajarnos del tren familiar detenido hace décadas y aprender a volar nuestro propio camino inventado y soñado porque así lo vibra la esencia: Mi esencia reflejada en el fondo del fondo del río denso y oscuro, lleno de venas vacías, rodeadas de miedos suspendidos en su lugar por un momento.
Me miro en el agua, río de obsidiana oscura y femenina que fluye por la tierra, por las napas y por las acequias, agua horizontal que se transforma en la sangre de la madre, que limpia, sana y purifica...
Entiendo la profundidad de donde venimos, entiendo la eternidad de donde nacimos, y como si fuera poco, me encuentro a la sacerdotiza, vieja y poderosa, a través del espejo de agua.
Veo la inmensidad de ese espejo y me doy cuenta que es un vientre.
Cuál es mi esencia???
Ella se acerca más, asombrada, como si no hubiera escuchado nada ni entendiese nada tampoco. La anciana con sus ropas que la hacían tan lejana en tiempo y espacio, se acerca cada vez más al espejo. Me mira a los ojos con fuerza como si quisiera atravesarlos, y atenta, observa mi mirada.
Sale de esa inmensa placenta, empapada, se sienta frente a mi, me toma las manos y sin sacar sus ojos de mi rostro, me pregunta:
Cuál es mi esencia?






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